Te hablo desde la pobreza, e intento explicarte que si hoy no te vi fue por haber luchado fuertemente la noche anterior, de esas batallas en las que la lengua vibra a tal velocidad que se hace un nudo con los pensamientos, y seres queridos y odiados se reunen para el festin que supone un momento tan fragil.
Que si no pude verte, no lo tengas en cuenta, estoy seguro habrá más momentos propicios para compartir, pero en días así me resulta imposible, tan solo la comunicación se hace tediosa para mí por haber hablado tanto con nadie. En esos momentos necesitaría un brazo o una mano que cubriera mi hombro y me dijera «déjalo ya Sergio, no pueden oirte, tal vez mañana encuentres todo eso que hoy arrojas al vació, y sepas al instante que eres absolutamente libre, que no hay tal abismo y tal tumulto de presencias, y de haberlas, nada les importaría, sino más bien gozarían o lo verían como simple miedo», pero entonces yo le respondería, «el miedo no recorre mi cuerpo en momentos como ese, sino todas las veces que lo intenté y fui rechazado, todas las veces que luché sin esperar nada, todos los refugios que destruí con tal de llegar un paso más en el camino, todas las veces que descubrí una música nueva, un nuevo amanecer sin dormir, es entonces cuando podrás comprender este dolor que me invade sin descanso». Y tu entenderás que llevo razón, y que los ciegos son todos esos que viven en mí, todos esos a los que a veces hablo amablemente y otras ofensivamente, hasta el día que tras un silencio venga otro, y tras ese otro, y por fin pueda cantar mi ruido en paz y calma. Hasta entonces, el abismo seguirá llamadome para que no olvide que es ahí de donde surge todo, la paz y la guerra, el equilibrio y la desestabillidad. Por eso nunca me rindo si no es queriendo morir, y siempre regreso con las ganas de vencer vivo. Una y otra vez, en esa manía constante, terca y perseverante de avanzar en la nueva forma aprendida, no en la ya conquistada.
Por saber no se nada, como decía aquél, pero intuyo muchas cosas, terribles y maravillosas.
Aquí ruge la vida que tras todas las cortinas de cada una de vuestras casas esconden la verdad repleta de mentiras piadosas sin piedad alguna. Y así puedo continuar respirando tan solo para seguir. ¿Que otra manera tenemos pues de no caer?, solo hay que respirar, reflexionar y avanzar. El fin no justifica ni justificará los medios jamás, ni los medios justifican la falta de talento o la honradez. Cada uno sabe perfectamente cuando alguién le ve y, cuando ese alguién pasó de largo. Es muy sencilo, simplemente muestra tu corazón a quién no vaya a convertirlo en alimento de los intrusos chismosos que se esconden en las intenciones ocultas tras estar profundamente enamorado. Si hay verdad habrá silencios, y si hay silencios habrá muchos sentimientos gozosos en el transitar de cada día, y entonces habrá sonido. El resto es saber reconocerlo y… no limitarlo.
Por eso hoy no pude estár contigo, ayer estuve en lo profundo, y me hice heridas que ya estaban ahí, aunque se que siendo tu no tengo que dar explicaciones burdas sobre mi comportamiento, algo que se agradece inmensamente, pues es inmensa la certeza y muy estrecha la frontera entre la locura y el genio, y, para que intentar demostrar que parte es de una y cual de otra, o ninguna de ambas.
Por eso te quiero, por eso te Amo, tú me vuelves cuerdo y me haces humamo, tu me traes de vuelta, ese es tu Don para conmigo, saber verme y cuando…
Carta a Mery, el corazón más bello que encontré.